martes, 5 de julio de 2016

OTRAS FORMAS DE PODER: COMUNICACIÓN-MEDIOS-PODER ECONOMICO


¿ALCANZA CON LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
Observatorio Internacional de Medios de Comunicación
El quinto poder

por Ignacio Ramonet

El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación (OIMC) surge como “quinto poder” para contrapesar los excesos del poder mediático. Los medios de comunicación, concebidos en su origen como canales de la libertad de expresión contra los abusos del poder político y económico, en la era de la globalización han pasado a expresar los intereses de un puñado de gigantescas empresas mediáticas identificadas con los intereses económicos del establishment, en detrimento del derecho de los ciudadanos a una información veraz.
La prensa y los medios de comunicación han sido, durante largos decenios, en el marco democrático, un recurso de los ciudadanos contra el abuso de los poderes. En efecto, los tres poderes tradicionales –legislativo, ejecutivo y judicial– pueden fallar, confundirse y cometer errores. Mucho más frecuentemente, por supuesto, en los Estados autoritarios y dictatoriales, donde el poder político es el principal responsable de todas las violaciones a los derechos humanos y de todas las censuras contra las libertades.
Pero en los países democráticos también pueden cometerse graves abusos, aunque las leyes sean votadas democráticamente, los gobiernos surjan del sufragio universal y la justicia –en teoría– sea independiente del ejecutivo. Puede ocurrir, por ejemplo, que la justicia condene a un inocente (¡cómo olvidar el caso Dreyfus en Francia!); que el Parlamento vote leyes discriminatorias para ciertos sectores de la población (como ha sucedido en Estados Unidos, durante más de un siglo, respecto de los afro-estadounidenses, y sucede actualmente respecto de los oriundos de países musulmanes, en virtud de la Patriot Act); que los gobiernos implementen políticas cuyas consecuencias resultarán funestas para todo un sector de la sociedad (como sucede, en la actualidad, en numerosos países europeos, respecto de los inmigrantes “indocumentados”).
En un contexto democrático semejante, los periodistas y los medios de comunicación a menudo han considerado un deber prioritario denunciar dichas violaciones a los derechos. A veces, lo pagaron muy caro: atentados, “desapariciones”, asesinatos, como aún ocurre en Colombia, Guatemala, Turquía, Pakistán, Filipinas, y en otros lugares. Es por esta razón que durante mucho tiempo se habló del “cuarto poder”. Ese “cuarto poder” era en definitiva, gracias al sentido cívico de los medios de comunicación y al coraje de valientes periodistas, aquel del que disponían los ciudadanos para democráticamente criticar, rechazar o enfrentar decisiones ilegales que pudieran ser inicuas, injustas e incluso criminales contra personas inocentes. Era, como se ha dicho a menudo, la voz de los sin-voz.
Desde hace una quincena de años, a medida que se aceleraba la mundialización liberal, este “cuarto poder” fue vaciándose de sentido, perdiendo poco a poco su función esencial de contrapoder. Esta evidencia se impone al estudiar de cerca el funcionamiento de la globalización, al observar cómo llegó a su auge un nuevo tipo de capitalismo, ya no simplemente industrial sino predominantemente financiero, en suma, un capitalismo de la especulación. En esta etapa de la mundialización, asistimos a un brutal enfrentamiento entre el mercado y el Estado, el sector privado y los servicios públicos, el individuo y la sociedad, lo íntimo y lo colectivo, el egoísmo y la solidaridad.
Megagrupos mediáticos
El verdadero poder es actualmente detentado por un conjunto de grupos económicos planetarios y de empresas globales cuyo peso en los negocios del mundo resulta a veces más importante que el de los gobiernos y los Estados. Ellos son los “nuevos amos del mundo” que se reúnen cada año en Davos, en el marco del Foro Económico Mundial, e inspiran las políticas de la gran Trinidad Globalizadora: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Organización Mundial del Comercio.
Es en este marco geoeconómico donde se produjo una metamorfosis decisiva en el campo de los medios de comunicación masiva, en el corazón mismo de su textura industrial.
Los medios masivos de comunicación (emisoras de radio, prensa escrita, canales de televisión, internet) tienden cada vez más a agruparse en el seno de inmensas estructuras para conformar grupos mediáticos con vocación mundial. Empresas gigantes como News Corps, Viacom, AOL Time Warner, General Electric, Microsoft, Bertelsmann, United Global Com, Disney, Telefónica, RTL Group, France Telecom, etc., tienen ahora nuevas posibilidades de expansión debido a los cambios tecnológicos. La “revolución digital” ha derribado las fronteras que antes separaban las tres formas tradicionales de la comunicación: sonido, escritura, imagen. Permitió el surgimiento y el auge de internet, que representa una cuarta manera de comunicar, una nueva forma de expresarse, de informarse, de distraerse.
Desde entonces, las empresas mediáticas se ven tentadas de conformar “grupos” para reunir en su seno a todos los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio, televisión), pero además a todas las actividades de lo que podríamos denominar los sectores de la cultura de masas, de la comunicación y la información. Estas tres esferas antes eran autónomas: por un lado, la cultura de masas con su lógica comercial, sus creaciones populares, sus objetivos esencialmente mercantiles; por el otro, la comunicación, en el sentido publicitario, el marketing, la propaganda, la retórica de la persuasión; y finalmente, la información con sus agencias de noticias, los boletines de radio o televisión, la prensa, los canales de información continua, en suma, el universo de todos los periodismos.
Estas tres esferas, antes tan diferentes, se imbricaron poco a poco para constituir una sola y única esfera ciclópea en cuyo seno resulta cada vez más difícil distinguir las actividades concernientes a la cultura de masas, la comunicación o la información (1). Por añadidura, estas empresas mediáticas gigantes, estos productores en cadena de símbolos multiplican la difusión de mensajes de todo tipo, donde se entremezclan televisión, dibujos animados, cine, videojuegos, CD musicales, DVD, edición, ciudades temáticas estilo Disneylandia, espectáculos deportivos, etc.
En otras palabras, los grupos mediáticos poseen de ahora en más dos nuevas características: primeramente, se ocupan de todo lo concerniente a la escritura, de todo lo concerniente a la imagen, de todo lo concerniente al sonido, y difunden esto mediante los canales más diversos (prensa escrita, radio, televisión de aire, por cable o satelital, vía internet y a través de todo tipo de redes digitales). Segunda característica: estos grupos son mundiales, planetarios, globales, y no solamente nacionales o locales.
En 1940, en una célebre película, Orson Welles arremetía contra el “superpoder” de Citizen Kane (en realidad, el magnate dela prensa de comienzos del siglo XX, William Randolph Hearst). Sin embargo, comparado con el de los grandes grupos mundiales de hoy, el poder de Kane era insignificante. Propietario de algunos periódicos en un solo país, Kane disponía de un poder ínfimo (sin por ello carecer de eficacia a nivel local o nacional) (2), en comparación con los archipoderes de los megagrupos mediáticos de nuestro tiempo.
Estas megaempresas contemporáneas, mediante mecanismos de concentración, se apoderan de los sectores mediáticos más diversos en numerosos países, en todos los continentes, y se convierten de esta manera, por su peso económico y su importancia ideológica, en los principales actores de la mundialización liberal. Al haberse convertido la comunicación (extendida a la informática, la electrónica y la telefonía) en la industria pesada de nuestro tiempo, estos grandes grupos pretenden ampliar su dimensión a través de incesantes adquisiciones y presionan a los gobiernos para que anulen las leyes que limitan las concentraciones o impiden la constitución de monopolios o duopolios (3).
La mundialización es también la mundialización de los medios de comunicación masiva, de la comunicación y de la información. Preocupados sobre todo por la preservación de su gigantismo, que los obliga a cortejar a los otros poderes, estos grandes grupos ya no se proponen, como objetivo cívico, denunciar los abusos contra el derecho ni corregir las disfunciones de la democracia para pulir y perfeccionar el sistema político. Tampoco desean ya erigirse en “cuarto poder” y, menos aun, actuar como un contrapoder.
Si, llegado el caso, constituyeran un “cuarto poder”, éste se sumaría a los demás poderes existentes –político y económico– para aplastar a su turno, como poder suplementario, como poder mediático, a los ciudadanos.
La cuestión cívica que se nos plantea de ahora en más es la siguiente: ¿cómo reaccionar? ¿cómo defenderse? ¿cómo resistir a la ofensiva de este nuevo poder que, de alguna manera, ha traicionado a los ciudadanos y se pasó con todos sus bártulos al enemigo?
Es necesario, simplemente, crear un “quinto poder”. Un “quinto poder” que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya función sería denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal. Esos medios de comunicación que, en determinadas circunstancias, no sólo dejaron de defender a los ciudadanos, sino que a veces actúan en contra del pueblo en su conjunto. Tal como lo comprobamos en Venezuela.
Información contaminada
En este país latinoamericano, donde la oposición política fue derrotada en 1998 en elecciones libres, plurales y democráticas, los principales grupos de prensa, radio y televisión han desatado una verdadera guerra mediática contra la legitimidad del presidente Hugo Chávez (4). Mientras que éste y su gobierno se mantienen respetuosos del marco democrático, los medios de comunicación, en manos de un puñado de privilegiados, continúan utilizando toda la artillería de las manipulaciones, las mentiras y el lavado de cerebro para tratar de intoxicar la mente de la gente (5). En esta guerra ideológica, abandonaron por completo la función de “cuarto poder”; pretenden desesperadamente defender los privilegios de una casta y se oponen a toda reforma social y a toda distribución un poco más justa de la inmensa riqueza nacional (ver Maurice Lemoine, pág. 10).
El caso venezolano es paradigmático de la nueva situación internacional en la cual grupos mediáticos enfurecidos asumen abiertamente su nueva función de perros guardianes del orden económico establecido, y su nuevo estatuto de poder antipopular y anticiudadano. Estos grandes grupos no sólo se asumen como poder mediático, constituyen sobre todo el brazo ideológico de la mundialización, y su función es contener las reivindicaciones populares tratando de adueñarse del poder político (como logró hacerlo en Italia, democráticamente, Silvio Berlusconi, dueño del principal grupo de comunicación peninsular).
La “guerra sucia mediática” librada en Venezuela contra el presidente Hugo Chávez es la réplica exacta de lo que hizo, de 1970 a 1973, el periódico El Mercurio (6) en Chile contra el gobierno democrático del presidente Salvador Allende, hasta empujar a los militares al golpe de Estado. Campañas semejantes, donde los medios de comunicación pretenden destruir la democracia, podrían reproducirse mañana en Ecuador, Brasil o Argentina contra toda reforma legal que intente modificar la jerarquía social y la desigualdad de la riqueza. Al poder de la oligarquía tradicional y al de los típicos reaccionarios, se suman actualmente los poderes mediáticos. Juntos –¡y en nombre de la libertad de expresión!– atacan los programas que defienden los intereses de la mayoría de la población. Tal es la fachada mediática de la globalización. Revela de la forma más clara, más evidente y más caricaturesca la ideología de la mundialización liberal.
Medios de comunicación masiva y mundialización liberal están íntimamente ligados. Por eso, es urgente desarrollar una reflexión sobre la manera en que los ciudadanos pueden exigir a los grandes medios de comunicación mayor ética, verdad, respeto a una deontología que permita a los periodistas actuar en función de su conciencia y no en función de los intereses de los grupos, las empresas y los patrones que los emplean.
En la nueva guerra ideológica que impone la mundialización, los medios de comunicación son utilizados como un arma de combate. La información, debido a su explosión, su multiplicación, su sobreabundancia, se encuentra literalmente contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, por los rumores, las deformaciones, las distorsiones, las manipulaciones.
Se produce en este campo lo que ya ocurrió con la alimentación. Durante mucho tiempo, el alimento fue escaso y aún lo es en numerosos lugares del mundo. Pero cuando gracias a las revoluciones agrícolas los campos comenzaron a producir en sobreabundancia, particularmente en los países de Europa Occidental o de América del Norte, se observó que numerosos alimentos estaban contaminados, envenenados por pesticidas que provocaban enfermedades, causaban infecciones, generaban cánceres y todo tipo de problemas de salud, llegando incluso a producir pánico en las masas como el mal de la “vaca loca”. En suma, antes uno podía morirse de hambre, ahora uno puede morirse por haber comido alimentos contaminados...
Con la información sucede lo mismo. Históricamente, ha sido muy escasa. Incluso actualmente, en los países dictatoriales, no existe información fiable, completa, de calidad. En cambio, en los Estados democráticos, desborda por todas partes. Nos asfixia. Empédocles decía que el mundo estaba constituido por la combinación de cuatro elementos: aire, agua, tierra, fuego. La información se tornó tan abundante que constituye, de alguna manera, el quinto elemento de nuestro mundo globalizado.
Pero al mismo tiempo, uno comprueba que, al igual que el alimento, la información está contaminada. Nos envenena la mente, nos contamina el cerebro, nos manipula, nos intoxica, intenta instilar en nuestro inconsciente ideas que no son las nuestras. Por eso, es necesario elaborar lo que podría denominarse una “ecología de la información”. Con el fin de limpiar, separar la información de la “marea negra” de las mentiras, cuya magnitud pudo medirse, una vez más, durante la reciente invasión a Irak (7). Es necesario descontaminar la información. Así como han podido obtenerse alimentos “bio”, a priori menos contaminados que los demás, debería obtenerse una suerte de información “bio”. Los ciudadanos deben movilizarse para exigir que los medios de comunicación pertenecientes a los grandes grupos globales respeten la verdad, porque sólo la búsqueda de la verdad constituye en definitiva la legitimidad de la información.
Fuerza moral
Por eso hemos propuesto la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación (en inglés: Media Watch Global, MWG). Para disponer finalmente de un arma cívica, pacífica, que los ciudadanos podrán utilizar con el fin de oponerse al nuevo superpoder de los grandes medios de comunicación masiva. Este observatorio es una expresión del movimiento social planetario reunido en Porto Alegre (Brasil). En plena ofensiva de la globalización liberal, expresa la preocupación de todos los ciudadanos ante la nueva arrogancia de las industrias gigantes de la comunicación.
Los grandes medios de comunicación privilegian sus intereses particulares en detrimento del interés general y confunden su propia libertad con la libertad de empresa, considerada la primera de las libertades. Pero la libertad de empresa no puede, en ningún caso, prevalecer sobre el derecho de los ciudadanos a una información rigurosa y verificada ni servir de pretexto a la difusión consciente de informaciones falsas o difamaciones.
La libertad de los medios de comunicación sólo es la extensión de la libertad colectiva de expresión, fundamento de la democracia. Como tal, no puede ser confiscada por un grupo de poderosos. Implica, por añadidura, una “responsabilidad social” y, en consecuencia, su ejercicio debe estar, en última instancia, bajo el control responsable de la sociedad. Es esta convicción la que nos llevó a proponer la creación del Observatorio Internacional de Medios de Comunicación, Observatoire International des Médias, Media Watch Global. Porque los medios de comunicación son actualmente el único poder sin contrapoder, y se genera así un desequilibrio perjudicial para la democracia.
La fuerza de esta asociación es ante todo moral: reprende basándose en la ética y sanciona las faltas de honestidad mediática a través de informes y estudios que elabora, publica y difunde.
El OIMC constituye un contrapeso indispensable para el exceso de poder de los grandes grupos mediáticos que imponen, en materia de información, una sola lógica –la del mercado– y una única ideología, el pensamiento neoliberal. Esta asociación internacional desea ejercer una responsabilidad colectiva, en nombre del interés superior de la sociedad y del derecho de los ciudadanos a estar bien informados. Al respecto, considera de una importancia primordial los desafíos de la próxima Cumbre Mundial sobre la Información que tendrá lugar en diciembre próximo, en Ginebra (8). Propone además prevenir a la sociedad contra las manipulaciones mediáticas que, como epidemias, se multiplicaron estos últimos años.
El Observatorio reúne tres tipos de miembros, que disponen de idénticos derechos: 1) periodistas profesionales u ocasionales, en actividad o jubilados, de todos los medios de comunicación, centrales o alternativos; 2) universitarios e investigadores de todas las disciplinas, y particularmente especialistas en medios de comunicación, porque la Universidad, en el contexto actual, es uno de los pocos lugares parcialmente protegidos contra las ambiciones totalitarias del mercado; 3) usuarios de los medios de comunicación, ciudadanos comunes y personalidades reconocidas por su estatura moral...
Los sistemas actuales de regulación de los medios de comunicación son en todas partes insatisfactorios. Al ser la información un bien común, su calidad no podría estar garantizada por organizaciones integradas exclusivamente por periodistas, a menudo vinculados a intereses corporativos. Los códigos deontológicos de cada empresa mediática –cuando existen– se revelan a menudo poco aptos para sancionar y corregir los desvíos, los ocultamientos y las censuras. Es indispensable que la deontología y la ética de la información sean definidas y defendidas por una instancia imparcial, creíble, independiente y objetiva, en cuyo seno los universitarios tengan un papel decisivo. La función de los ombudsmen o mediadores, que fue útil en los años 1980 y 1990, está actualmente mercantilizada, desvalorizada y degradada. Es a menudo un instrumento de las empresas, responde a imperativos de imagen y constituye una coartada barata para reforzar artificialmente la credibilidad de los medios.
Uno de los derechos más preciados del ser humano es el de comunicar libremente su pensamiento y sus opiniones. Ninguna ley debe restringir arbitrariamente la libertad de expresión o de prensa. Pero las empresas mediáticas no pueden ejercerla sino bajo la condición de no infringir otros derechos tan sagrados como el de que todo ciudadano pueda acceder a una información no contaminada. Al abrigo de la libertad de expresión, las empresas mediáticas no deben poder difundir informaciones falsas, ni realizar campañas de propaganda ideológica, u otras manipulaciones.
El Observatorio Internacional de Medios de Comunicación considera que la libertad absoluta de los medios de comunicación, reclamada a viva voz por los dueños de los grandes grupos de comunicación mundiales, no podría ejercerse a costa de la libertad de todos los ciudadanos. Estos grandes grupos deben saber de ahora en más que acaba de nacer un contrapoder, con la vocación de reunir a todos aquellos que se reconocen en el movimiento social planetario y que luchan contra la confiscación del derecho de expresión. Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; la asociación Media Watch Global afirma que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos. ◊
1 Ignacio Ramonet, La tiranía de la comunicación, Temas de Debate, Madrid, 1998; y Propagandas silenciosas, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2001. 2 Véase, por ejemplo, en Italia, la superpotencia mediática del grupo Fininvest de Silvio Berlusconi, o en Francia, la de los grupos Lagardère o Dassault. 3 Presionada por los grandes grupos mediáticos estadounidenses, la Federal Communications Commission (FCC) de Estados Unidos autorizó, el 4-6-03, la flexibilización de los límites a la concentración: una empresa podría controlar hasta el 45% de la audiencia nacional (contra el 35%, en la actualidad). La decisión debía entrar en vigencia el 4 de septiembre último, pero debido a que algunos ven en ella “una grave amenaza para la democracia”, fue suspendida por la Corte Suprema. 4 Ignacio Ramonet, “El crimen perfecto”, Le Monde diplomatique, edición chilena, junio de 2002. 5 Maurice Lemoine, “Laboratorios de la mentira en Venezuela”, Le Monde diplomatique, edición chilena, agosto de 2002. 6 Y muchos otros medios de comunicación, como La Tercera, Ultimas Noticias, La Segunda, Canal 13, etc. Véase Patricio Tupper, Allende, la cible des médias chiliens et de la CIA (1970-1973), Editions de l’Amandier, París, 2003. 7 Ignacio Ramonet, “Mentiras de Estado”, Le Monde diplomatique, edición chilena, julio de 2003. 8 Armand Mattelart, “La clave del nuevo orden internacional”, Le Monde diplomatique, edición chilena, agosto de 2003.
I.R.

EL PODER DEL SISTEMA CAPITALISTA






Mirá la imagen: ¿ podemos relacionarlo con la entrada anterior?

¿NECESIDAD O DESEO?

EDUCACION CIUDADANA

Texto sobre el poder... del poder económico- del capitalismo- sobre nosotros.

http://www.lanacion.com.ar/1912346-que-necesitas-una-necesidad-atendida-reinstala-la-armonia

Para pensar y analizar.

martes, 10 de mayo de 2016

Burguesía y Sociedad Capitalista en los comienzos de la Modernidad

Para trabajar y analizar

La Modernidad. Sus transformaciones iniciales



Actividades de historia 2°   

Ejercicio de profundización sobre  LA MODERNIDAD

Trabajar con el capítulo 1 de un libro de historia de 2° año:




1)       ¿A qué se llamó Estados Absolutistas? ¿Cuándo y dónde surgieron?

2)       ¿Cuáles fueron los nuevos instrumentos para ejercer el poder que tuvieron esos Estados Absolutistas?

3)       Desarrolla la historia de  la formación del Estado Español.

4)       ¿En qué consistió el derecho divino de los Reyes?  ¿Por qué los reyes utilizaban esta teoría sobre el origen de su autoridad?

5)       Con respecto a las transformaciones económicas  explicar:

a)       ¿Qué era el Capital?

b)       Qué sector de la sociedad renacentista producía “Capital”?

c)       ¿qué cambios se produjeron con respecto a los trabajadores y su retribución por el trabajo?

6)       Analizar la lectura de pag.27 y establecer qué CAMBIOS Y CONTINUIDADES EXISTIERON EN LA SOCIEDAD MODERNA.  Realizar un cuadro comparativo anotando los CONCEPTOS CLAVES (no escribir largas oraciones)

7)       Desarrollar una red conceptual con todos los conceptos importantes que se marcan y resaltan en el video sobre Renacimiento de la siguiente dirección:  


8)       Explicar qué avances y dificultades tuvo la CIENCIA RENACENTISTA.

9)       ¿Qué nuevos  instrumentos tecnológicos permitieron la navegación por alta mar?


lunes, 7 de marzo de 2016

La dictadura militar y el quiebre de la ISI - Programas - Canal Encuentro



 Para ver sobre la historia de la industria nacional . Material importante!!





La dictadura militar y el quiebre de la ISI - Programas - Canal Encuentro

Encuentro en el Aula - Canal Encuentro

Golpe Civico Militar que dio origen a la Dictadura militar de 1976 . Material para ver



Encuentro en el Aula - Canal Encuentro



Democracia y Autoritarismo. Material 1° trimestre Educacion Ciudadana



TEXTO PARA 2° AÑO  EDUCACION CIUDADANA
 ESCUELA CASAL CALVIÑO     PROFESORA  VÁZQUEZ

DEFINIENDO CONCEPTOS:
     Tanto el autoritarismo como la democracia pueden definirse como SISTEMAS POLÍTICOS. ¿Qué significa esto? Que no sólo sus características pueden verse en los gobiernos de un Estado, si no que implican un estilo de vivir en comunidad, en donde las relaciones entre sus integrantes pueden ser percibidas como democráticas y / o autoritarias. Lo que significa que en tanto en la sociedad  (como en un gobierno)  pueden coexistir  rasgos autoritarios y democráticos.
1-EL AUTORITARISMO
Como sistema político en sí, el AUTORITARISMO, posee las siguientes características:
-La forma en  que se construye el Poder Político –sin tener en cuenta la Soberanía popular- y la concentración del mismo  en una sola persona o en un grupo social.
-El Abuso de Poder, por parte de los gobernantes y de los gobernados.
-Una sociedad marcadamente desigual y conservadora (imposibilidad de ascenso social, fomentando la creación de estamentos sociales).
-Exclusión de grandes sectores de población de condiciones dignas de vida y falta de reconocimiento de derechos de las minorías.
-Censura de información y/ o manipulación de la misma, para ocultar la verdad.
-Resolución de conflictos a través de la violencia, el uso abusivo de la fuerza, aplicando la “Ley de la selva”, negando las posibilidades del diálogo y los acuerdos.
      A lo largo de la historia podemos encontrar muchos ejemplos de gobiernos  y sociedades autoritarias: el Antiguo Egipto, las dictaduras latinoamericanas del siglo XX, particularmente la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). También podemos mencionar el Estado  absolutista francés previo  a la conocida “Revolución Francesa” de 1789  y la España Imperial de Carlos V y la época colonial en América desde la Conquista hasta  el proceso de  Independencia.
     En los vínculos personales, el ESTILO AUTORITARIO, se hace presente cuando el que tiene más PODER (O AUTORIDAD, si se trata de un poder otorgado legalmente), subestima al otro, no respetándolo como ser humano o no permitiendo desarrollar condiciones básicas de  dignidad.
     Aún en sociedades donde los gobiernos tienen rasgos de conformación democrática, cada uno de nosotros puede ejercer un estilo autoritario en nuestra relación con los demás, cuando:
-No respetamos las normas establecidas para el bien común.
-Abusamos de nuestro espacio de poder.
-Despreciamos a los demás, lo discriminamos y no aceptamos como un igual en derechos a quien es distinto a nosotros.
-Resolvemos nuestros CONFLICTOS  a través de la fuerza y la violencia, sin escuchar la postura de la otra parte, porque simplemente queremos ganar.

2- LA DEMOCRACIA
     Como sistema político tiene  su origen en la ciudad de Atenas, en el siglo V a.C. aunque no fue pensada plenamente como en la actualidad.
La palabra deriva  del griego  ”Demos”: pueblo y de “Kratos”, autoridad o gobierno, por eso , a veces, se cree que sólo se trata de una FORMA DE GOBIERNO.
     Tomó auténtica dimensión como forma de vida, a partir de las ideas aplicadas en la Revolución  Francesa de 1789, cuando se produce la Primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Desde entonces, como sistema político posee una serie de elementos, que a veces hace difícil su realización plena. ¿Cuáles son estos elementos?
¿En qué se basa un sistema político democrático? Ahora los veremos.
a-Tres valores fundamentales: IGUALDAD, LIBERTAD, JUSTICIA.
     La Igualdad es el valor esencial del sistema democrático. Si no está presente, no hay justicia, aunque poseamos libertad.  No se trata de una Igualdad Absoluta, si no de igualdad ante la ley en igualdad de circunstancias y de derechos, lo que permite que  cada persona luego pueda según su esfuerzo personal lograr mayor o menor desarrollo en sus propósitos.
b- Los derechos básicos de todo ser humano:
     Partamos de la noción de DERECHOS: Son facultades inherentes que tienen todos los seres humanos sólo por serlo. También se los califica como  inalienables, que significa que bajo ninguna circunstancia  deberían perderse.
     En el mundo Occidental  progresivamente los DERECHOS  fueron reconocidos por los Estados como parte del conjunto de creencias del sistema democrático, a partir de la Revolución Francesa y de las consecuencias de la Revolución Industrial de la mano de las luchas BURGUESAS Y OBRERAS respectivamente.
     Estos DERECHOS abarcan cuestiones políticas y también vivencias cotidianas públicas y privadas, individuales y colectivas: desde el derecho al VOTO y la PARTICIPACION POPULAR- en sus diferentes formas- , tanto como las diferentes formas de la LIBERTAD, hasta el respeto mutuo entre las personas, el respeto por las normas de CONVIVENCIA, así como las condiciones básicas de una vida digna deben ubicarse como derechos básicos del sistema político.
    Los derechos  para su análisis pueden clasificarse de diferentes formas, una de ellas es enumerarlos por las distintas etapas históricas de aparición. Así puede referirse a los de 1° generación, 2° y 3° generación. A lo largo del año los analizaremos con esta perspectiva en la Constitución Nacional.
     Otra forma de clasificarlos según su contenido, partiendo con  la noción de los derechos individuales –civiles y políticos -(propios del liberalismo y las burguesías del siglo XVIII y XIX) y los derechos colectivos –sociales, económicos, culturales y de solidaridad, etc- que corresponden a las personas en un determinado contexto social. Estos últimos fueron conquistas de las clases obreras, reivindicaciones de los pueblos originarios  de América y consecuencias de las transformaciones propias de la segunda mitad del siglo XX.
     Para enumerar los primeros 4 derechos troncales o básicos de los que se desprenden muchos más explicaremos:
DIGNIDAD DE LA PERSONA: Este derecho abarca cuestiones básicas de nuestra vida, el trabajo y  el trato entre las personas. Por dignidad humana en nuestra vida podemos entender las condiciones mínimas que merece la vida humana: el derecho a la alimentación, la salud, la educación, el trato respetuoso en nuestra diversidad, las condiciones laborales, el cuidado de nuestra persona, etc.
RESPETO POR LA LIBERTAD INDIVIDUAL: Este derecho surge a partir de las luchas de la burguesías  que abrazaron  los principios liberales con los que se conformó el SISTEMA CAPITALISTA  en el mundo occidental. Si bien se refiere, desde esta perspectiva a la defensa de la propiedad individual, también es aquella libertad que se refiere a nuestro cuerpo, a nuestra persona y destino  Es derecho básico, entonces, que cada individuo sea dueño de su persona, que su cuerpo no sea sometido a torturas, vejaciones  y formas de esclavitud y por extensión de disponer de su propiedad. Las leyes, como en todo derecho, reglamentan en qué momento una persona puede perder la libertad física.
Cabe aclarar que en el Siglo XX  también fueron reconocidos los derechos de propiedad colectiva y comunitaria relacionadas tanto con la noción del cooperativismo, como la reincorporación de la idea de propiedad comunitaria de los pueblos originarios, así como de derechos relacionados con la paz mundial o el medio ambiente.
IGUALDAD ANTE LA LEY: Este derecho consiste en la igualdad de derechos en igualdad de circunstancias. Esto implica que no existe una igualdad absoluta y que justamente, en la diversidad del género humano todos poseamos las mismas oportunidades de ejercer los mismos derechos.
 LIBERTAD DE EXPRESIÓN: Consiste en la libertad de expresar sin censura previa, manifestaciones políticas, religiosas o de otro tipo. Esta libertad está regulada en nuestro Constitución a partir de la posibilidad de una censura posterior, pues como todo ejercicio  de libertad, somos libres y al mismo tiempo RESPONSABLES  de nuestras opiniones que pueden agredir, molestar o difamar a otros, si son malas nuestras intenciones.
     Este derecho es de vital importancia en los sistemas políticos democráticos pues forma lo que se denomina la OPINION PÚBLICA  en los temas de interés público de una sociedad.   Lamentablemente en muchas oportunidades  los intereses económicos de los medios de comunicación  privados y de diferentes grupos económicos, así como las estrategias de los gobiernos de turno alteran  este derecho, pues la Opinión Pública es manejada intencionalmente.
c-La forma de resolución de conflictos:
     En un sistema político democrático la resolución de los conflictos debe realizarse a través del diálogo, el acuerdo o la aplicación de las leyes que resuelven los conflictos en la justicia.
     El reparar el daño causado, cuando nos  equivocamos, el respetar normas, escuchar la postura del otro y llegar a un acuerdo no sólo nos hace crecer, sino que es beneficioso para todos los integrantes de la comunidad.

d-Las responsabilidades y obligaciones
     Generalmente olvidamos que junto a una serie de derechos, tenemos OBLIGACIONES para  que los demás puedan disfrutar de los mismos principios democráticos que nosotros. Años de dictaduras militares y de prácticas autoritarias hicieron olvidar a nuestra sociedad que la democracia es una práctica cotidiana y en permanente construcción, en donde cada uno de nosotros es una parte responsable de ella. Desde  el cuidado de nuestra escuela, nuestras plazas hasta nuestras obligaciones cívicas, el pago de impuestos, el respeto por las normas son parte de nuestras responsabilidades ciudadanas .En un grado mayor, la participación en organizaciones no gubernamentales, partidos políticos o movimientos sociales en el  control y resolución de problemas de nuestra comunidad, es otra forma de asumir la responsabilidad y el derecho de hacer POLÍTICA.
A MODO DE CONCLUSIÓN:
     Un error frecuente es confundir el concepto de  AUTORIDAD   con el de Autoritarismo. En realidad, una Autoridad puede ejercer su poder en forma autoritaria o en forma democrática. La presencia de una autoridad firme que cumple con los valores democráticos, respeta y hace respetar las normas y leyes establecidas es necesaria  para el desarrollo de una democracia y una sociedad armónica.
     Finalmente, es oportuno reflexionar sobre lo difícil  que será  encontrar sociedades y gobiernos en donde la democracia se dé en forma plena. Por eso, es posible caracterizarlos con prácticas y estilos más democráticos o  más autoritarios, ya que la democracia es una construcción que se realiza a partir de aprendizajes que conllevan aciertos y errores como en toda actividad humana. Lo importante es saber que la democracia es el único sistema que permite no sólo mejorarse a sí misma, sino que es la que valida los derechos y la participación de, cada vez, mayor cantidad de personas.